Es justo reconocer que hay días que se nos los querríamos comer, pero no porque estén ricos... Esos días que están revoltosos, llorones, rebeldes, que no quieren comer, que no quieren dormir, que no quieren ir al cole, que no quieren que no quieren y nuestra paciencia llegando al límite!!! Pero... nos ablandamos. Con uns sonrisita, con una tontería que nos digan o que nos hagan, ya caemos. Y nos los queremos comer, pero a besos.
Porque es cierto que los hijos dan mucho trabajo, que la vida cambia y que todo lo que antes se hacía rápidamente se convierte en una obra de ingeniería. Pero nuestros niños valen la pena. Así que rapidito, a por ellos, a comérnoslos a besos.
¡Que tengáis un buen día!
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