No hay nada más tierno que la sonrisa de un bebé. Cuando un bebé sonríe produce a su alrededor un gigantesco "Oooooh".
En sus primeras semanas de vida el bebé va descubriendo su capacidad de moverse, de ahí que pase mucho tiempo moviendo sus piernas en el aire como si de ir en una bicicleta se tratase. Después, poco a poco, aprende a girar la cabeza y vemos que sigue nuestros movimientos.
Con el paso de las semanas también los papás van cogiendo confianza en su nuevo papel y aprendiendo poco a poco el lenguaje del bebé y a interpretar mejor sus gestos, muecas y lloros.
Y un buen día, según dicen los expertos más o menos en su quinta semana de vida, el bebé empieza a responder mejor a los estímulos y a gesticular para demostrarnos su bienestar. Es entonces cuando de repente el bebé nos regala esa sonrisa de media luna y todos los que en ese momento se concentran alrededor exclaman un extasiado y eufórico "Ohhhhh", y acto seguido, continúan esmerándose en hacerle las mejores carantoñas para que tal alegría se repita.
Con esa pequeña sonrisa el bebé interactúa con nosotros y nos dice que está satisfecho, relajado y feliz.
Y para nosotros verle sonreír es un regalo mágico que hace que nos sintamos felices, realizados y que se nos olviden todos los problemas del día...
A sonreír patitos!!!
Sí, y acto seguido ponle en una cuna en una habitación oscura a dormir solito, para traumatizarle con el moderno método Estivil de los padres tontos...
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