El momento en el que nos enteramos que estamos embarazadas, quizás sea uno de los más emocionantes de todo el proceso. Es el que recordaremos por esos nervios antes de ver el resultado y por la alegría al saber que ha sido positivo. Yo lo recuerdo al menos así. Así, y que abrimos una botella de Moët&Chandon para celebrarlo (sólo me tomé una copita, que conste).
Desde momento inicial es importante ser consciente de nuestra responsabilidad. Hay que cuidarse. Y no sólo porque vamos a generar una vidita nueva. También por nosotras. Cuanto más nos cuidemos, mejor llevaremos el embarazo.
Obviamente, hay que cuidarse por dentro y por fuera. Por dentro, con las directrices que nos marcará nuestro médico, y que básicamente consisten en beber mucha agua, no tomar alcohol ni fumar, evitar las bebidas con gas y los alimentos precocinados, no abusar de las grasas, tomar mucha fruta y verdura siempre exquisitamente lavada, mucho calcio, hacer cinco comidas al día, no olvidar el ácido fólico... y mil detallitos relacionados siempre con hábitos saludables. Por el bien de nuestro bebé (principalmente durante el primer trimestre, que es en el que se forma) pero también por nuestro propio bien.
Además, está el tema del ejercicio (los de Kegel, fundamentales. Además no requieren esfuerzo alguno y funcionan). No es necesario volverse locas en el gimnasio (no es ni recomendable). Pero sí es importante caminar al menos una hora cada día, con calzado cómodo (yo lo hice hasta el día antes de dar a luz. Eso sí, a partir del sexto mes se hace un poco complicado porque tenía ganas de hacer pis como unos trece millones de veces a la hora). Y muy recomendable la matronatación, de la que ya os hablé aquí. Con el ejercicio no sólo nos sentimos más ligeras y cómodas hasta el término, también ayuda a tener un parto más sencillo. La musculatura está entrenada para empujar, para aguantar el esfuerzo. Otros ejercicios de relajación como el yoga para embarazadas también funciona: ayuda a controlar el dolor. Si estamos bien físicamente, la recuperación a posteriori será mucho más rápida. Sin contar con que la retención de líquido durante el embarazo es menos agresiva (y ni los pies ni los tobillos hincharán en exceso. Que, por cierto, las duchas de agua fría son muy buenas para eso y para tonificar la piel). A mí al menos me funcionó.
Pero a lo que vamos. Al tema de las cremitas que nos encanta. Hay dos cosas esenciales: hidratación y protección.
La piel creeeeece y se estira. Por eso, hay que beber agua y además hidratarse cada día (no sólo la barriguita: también manos y pies). Y reforzar con cremas específicas antiestrías que es conveniente echarse mañana y noche, con un masaje. A mí me funcionó muy bien Trofolastin Antiestrías. Desde el pecho hasta las rodillas. Sin olvidar combinarlo con una exfoliación a menudo. Hay otros modos de hidratar, como con los aceites, que también funcionan.
Y la protección solar. Sea verano o invierno, es conveniente proteger la piel contra el sol. Las hormonas están a lo loco, y esto suele afectar a la pigmentación. Así que, para no quedarnos con un estupendo recuerdo en forma de manchitas terribles, la protección total obliga. Y repito: incluso para salir a la calle. A mí me fue y me va muy bien Heliocare, que además la hay con color y va estupendamente como maquillaje diario.
Esto no es más que lo básico. Hay mil pequeños detalles que básicamente se resumen en uno: quererse, mimarse, cuidarse, disfrutar de una misma y de la personita que poco a poco va creciendo. Es una etapa preciosa, muy bonita. Así que quizás el mejor consejo sea simplemente el de vivirlo. Porque será la experiencia más bonita de nuestra vida.